LA MERCANCÍA
Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia del valor, magnitud del valor) La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un "enorme cúmulo de mercancías", y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza.
La
mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus
propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de
esas necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estómago o en la
fantasía, en nada modifica el problema. Tampoco se trata aquí de cómo esa
cosa satisface la necesidad humana: de si lo hace directamente, como medio de
subsistencia, es decir, como objeto de disfrute, o a través de un rodeo, como
medio de producción.
Toda
cosa útil, como el hierro, el papel, etc., ha de considerarse desde un punto de
vista doble: según su cualidad y con arreglo a su cantidad. Cada una de
esas cosas es un conjunto de muchas propiedades y puede, por ende, ser útil en
diversos aspectos. El descubrimiento de esos diversos aspectos y, en
consecuencia de los múltiples modos de usar las cosas, constituye un hecho
histórico. Ocurre otro tanto con el hallazgo de medidas sociales para
indicar la cantidad de las cosas útiles. En parte, la diversidad en las medidas
de las mercancías se debe a la diferente naturaleza de los objetos que hay que
medir, y en parte a la convención.
La
utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esa utilidad no
flota por los aires. Está condicionada por las propiedades del cuerpo de la
mercancía, y no existe al margen de ellas. El cuerpo mismo de la mercancía, tal
como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues un valor de uso o un bien. Este carácter
suyo no depende de que la apropiación de sus propiedades útiles cueste al
hombre mucho o poco trabajo. Al considerar los valores de uso se presupone
siempre su carácter determinado cuantitativo, tal como docena de relojes, vara
de lienzo, tonelada de hierro, etc. Los valores de uso de las mercancías
proporcionan la materia para una disciplina especial, la merceología. El
valor de uso se efectiviza únicamente en el uso o en el consumo. Los valores de
uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma
social de ésta. En la forma de sociedad que hemos de examinar, son a la
vez los portadores materiales del valor de cambio.
En
primer lugar, el valor de cambio se presenta como relación cuantitativa,
proporción en que se intercambian valores de uso de una clase por valores de
uso de otra clase, una relación que se modifica constantemente según el
tiempo y el lugar. El valor de cambio, pues, parece ser algo contingente y
puramente relativo, y un valor de cambio inmanente, intrínseco a la mercancía
(valeur intrinsèque) es exactamente tanto como lo que habrá de
rendir.", pues, sería una contradictio in adiecto [contradicción
entre un término y su atributo]. Examinemos la cosa más de cerca.
Una
mercancía individual, por ejemplo un quarter de trigo, se intercambia por
otros artículos en las proporciones más diversas. No obstante su valor de
cambio se mantiene inalterado, ya sea que se exprese en x betún, y seda, z oro,
etc. Debe, por tanto, poseer un contenido diferenciable de estos diversos modos
de expresión.
Tomemos
otras dos mercancías, por ejemplo el trigo y el hierro. Sea cual fuere su
relación de cambio, ésta se podrá representar siempre por una ecuación en la
que determinada cantidad de trigo se equipara a una cantidad cualquiera de
hierro, por ejemplo: 1 quarter de trigo = a [quintales de hierro. ¿Qué
denota esta ecuación? Que existe algo común, de la misma magnitud, en dos cosas
distintas, tanto en 1 quarter de trigo como en a quintales de hierro. Ambas,
por consiguiente, son iguales a una tercera, que en sí y para sí no es ni la
una ni la otra. Cada una de ellas, pues, en tanto es valor de cambio, tiene que
ser reducible a esa tercera.
Un
sencillo ejemplo geométrico nos ilustrara el punto. Para determinar y comparar
la superficie de todos los polígonos se los descompone en triángulos. Se reduce
el triángulo, a su vez, a una expresión totalmente distinta de su figura
visible: el semiproducto de la base por la altura. De igual suerte, es preciso reducir
los valores de cambio de las mercancías a algo que les sea común, con respecto
a lo cual representen un más o un menos.
Ese
algo común no puede ser una propiedad natural geométrica, física, química o
de otra índole de las mercancías. Sus propiedades corpóreas entran en
consideración, única y exclusivamente, en la medida en que ellas hacen útiles a
las mercancías, en que las hacen ser, pues, valores de uso. Pero, por otra
parte, salta a la vista que es precisamente la abstracción de sus valores de
uso lo que caracteriza la relación de intercambio entre las mercancías. Dentro
de tal relación, un valor de uso vale exactamente lo mismo que cualquier otro,
siempre que esté presente en la proporción que corresponda. O, como dice el
viejo Barbon: "Una clase de mercancías es tan buena como otra, si su valor
de cambio es igual. No existe diferencia o distinción entre cosas de igual
valor de cambio". En cuanto valores de uso, las mercancías son, ante
todo, diferentes en cuanto a la cualidad; como valores de cambio sólo pueden
diferir por su cantidad, y no contienen, por consiguiente, ni un solo átomo de
valor de uso.
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